Susana Pardo

La huella del ciclo

Marta Sánchez Marco

 

Marta Sánchez Marco, Artista visual, Serie The Phantom Bouquet, IAACC Pablo Serrano, Zaragoza, España IAACC Pablo Serrano, Zaragoza, España

Nos sumergimos en el universo de la artista Marta Sánchez Marco, donde la naturaleza se revela en su esencia más pura… y cruda; sin embargo, a través de sus manos, lo cruel y brutal se transforma en delicadeza, sorprendiéndonos con sus descubrimientos y soluciones cargadas de intención.

Ya sea presentándonos los propios elementos naturales, como semillas, ramas, hojas, flores o nidos, o a través de su representación en fotografías y dibujos, el trabajo de la artista enfoca su mirada y acción en una construcción personal y subjetiva que reduzca al mínimo los estragos de la transitoriedad.

Contemplar la naturaleza implica ser consciente de los ciclos. La vida y la muerte acechan a cada instante estableciendo relaciones de complementariedad, y quizá por ello, la existencia cobra sentido como proceso más allá de nuestro tiempo y nuestra consciencia.

En su trabajo observamos la necesidad de fijar en la memoria todas las etapas del ciclo, anclar el tiempo para que quede constancia de que las formas y colores, tanto como las emociones y acciones, son o han sido, que lo sucedido no se desvanezca; y de ese modo aceptar la ausencia o más aún, entender que el final de cada ciclo de vida no es la pérdida en el olvido, sino el inicio de otra forma de existencia.

Mirar de cerca

 

 

El silencio y la atención le proporcionan un estado donde puede desligarse del tiempo, el espacio y las causas, activando su cuerpo y mente en una suerte de meditación donde pensamiento y creación se funden llegando a ver al ser completo en la parte, o más aún al propio existir. Su manera de actuar refleja una profunda comprensión de la impermanencia de las cosas y la importancia de vivir en el momento presente. Inquieta y curiosa, se deja cautivar por el simbolismo y la magia de la naturaleza. Le atrae mirar las cosas de cerca, tanto como escuchar el sonido del campo y el agua; admira las formas y los colores cambiantes de las hojas y las flores; pero sobre todo, siente la necesidad de atesorar y coleccionar con esmero todo aquello que se encuentra en el suelo cuando camina entre los árboles o en las riberas húmedas de su querido río Ebro. En ese comportamiento, aparentemente despreocupado, está encerrada la sabiduría de la mente inocente, que se acerca a la naturaleza sin perturbarla, sin prejuicios, miedos o preocupaciones, lo que le permite explorar otras ideas y enfoques de manera genuina.

La huella de la experiencia vivida

Sus creaciones están íntimamente ligadas a conceptos que ponen en primer término el ciclo vital y la transformación, jugando con las dualidades aparentemente contrarias entre memoria y tiempo, vida y muerte, naturaleza y artificio, realidad y representación. Las piezas muestran un enorme respeto a los procesos de cambio y a la labor de preservar el conocimiento que encierra lo orgánico prestando atención a cada una de sus etapas. Muchas de ellas son el reflejo de una intención cuidadora y sanadora, cuya acción está dirigida a comprender que en el deterioro, el daño o el error hay una advertencia, un comunicado que es fundamental escuchar. Para lograr plasmar el devenir, emplea diversas estrategias creativas como recubrir elementos naturales con oro o plata antes de fotografiarlos, recuperar técnicas tan simbólicas como el arte japonés del kintsugi, que consiste en restaurar objetos con oro, o esqueletizar las hojas.

Inspirada en la reconstrucción de objetos de cerámica con oro, la artista ha puesto a prueba este material noble pero inerte, para “curar” y dar vida de nuevo a las hojas muertas o infectadas por hongos e insectos. Cubre las hojas en su totalidad o parcialmente, resaltando las roturas o agujeros con láminas de pan de oro. De esta manera, puede o no restaurar su forma original, pero nunca oculta las marcas del deterioro o la muerte, fijando así esa etapa específica del ciclo vital en el propio ser que en su momento “respiró”.

Las hojas afectadas son la metáfora del individuo herido y sus cicatrices representan la superación de la crisis y el trauma. El oro, símbolo ancestral de sabiduría y divinidad, interviene aportando la luz del conocimiento, prometiendo eternidad inalterable; pero ante todo, el oro ofrece un certificado de autenticidad revalorizando la huella de la experiencia vivida que quedará impresa en la memoria.

La naturaleza se muda en joya de una belleza incuestionable ofreciendo, además, un relato trascendental. La metamorfosis de la hoja, a diferencia de la mariposa cuyo origen es irreconocible, nos brinda la oportunidad de sobreponernos y reconstruirnos desde cualquier quiebre o golpe, obteniendo información fundamental para el futuro sin olvidar el pasado. El oro, en su dignidad y honor, transforma la imperfección, el error, el envejecimiento y la enfermedad en un verdadero aliento de vida para el espíritu.

En un universo mental y holográfico, cada ciclo contiene información útil extensible al resto de ciclos. Aprovechamos lo que está cerca para protegernos del sufrimiento y el miedo que causa la incertidumbre de lo desconocido. Resulta más fácil entender y manejar los ciclos pequeños que podemos observar y aprender de ellos. Quizá por ello, la artista mira lo cercano cuyas leyes, más accesibles y fáciles de comprender, serán válidas a cualquier nivel. Pero sobre todo, en lo próximo y similar nos manejamos con seguridad, podemos focalizar, investigar, construir y crear, hacer preguntas y entender las respuestas. Aunque la idea de comprender la muerte nos abruma, acercarnos a ella a través de la naturaleza y el arte nos permite vislumbrar un mundo diferente en el que, quizá, sería posible existir bajo otras condiciones. El contacto con el entorno natural y la creación artística es un reflejo amable de la realidad, lo que de alguna manera produce un efecto calmante frente al misterio de la existencia y la muerte.

Estructuras infinitas

En esa conexión, Marta puede ver donde parece que nada hay y comprender lo universal desde lo particular, desde lo ínfimo y cercano que se proyecta como un patrón universal. La naturaleza se reproduce en fractales, mostrando patrones geométricos repetitivos a diferentes escalas. Cada forma fractal es una representación única y autónoma de la belleza matemática en la naturaleza.

La idea de que un patrón o estructura pueda repetirse de manera infinita, tanto a nivel microscópico como macroscópico, me resulta increíblemente fascinante. La complejidad y belleza que surge de esta repetición fractal es algo que me hace reflexionar sobre la naturaleza de la realidad y la conexión entre todas las cosas en el universo. La dualidad entre lo idéntico y lo distinto, lo uniforme y lo caótico, se manifiesta de manera perfecta en la geometría fractal, recordándome que la armonía puede surgir de la diversidad y la irregularidad. La idea fractal me invita a contemplar la complejidad y la simplicidad, la unidad y la diversidad, en un constante juego de opuestos que se complementan y enriquecen mutuamente. En un mundo lleno de patrones fractales, la belleza y el misterio se entrelazan de manera intrincada, invitándonos a explorar las infinitas posibilidades que emergen de la repetición y variación de una misma forma en diferentes escalas.

En la serie “The Phantom Bouquet”, nombre que rescata de un tratado ilustrado del mismo título escrito en 1864 por Edward Parrish, un manual donde se describe los métodos sobre la recolección, secado y esqueletización de hojas. El proceso aquí relatado, reduce las hojas y pétalos a su estructura esencial; algo similar a lo que ocurre de forma natural por acción de los insectos cuando engullen la parte carnosa y verde de la hoja.

Arquitectura orgánica

En cualquier caso, solo sobreviven las nervaduras que son el esqueleto de las hojas, quedando evidente el patrón arbóreo que forman los canales por donde la vida fluye, en forma de savia cargada de nutrientes. Un molde repetido en todos los seres vivos incluido el planeta mismo: desde las raíces y ramas de los arboles, al sistema circulatorio que lleva el oxígeno a todos los tejidos o el sistema nervioso, cuyas neuronas se extienden ramificándose para conectar diferentes partes del cuerpo y transmitir información de un lugar a otro. Este patrón arbóreo también se repite en los bronquios de los pulmones, en los conductos biliares del hígado, en los conductos pancreáticos y en otros sistemas corporales, e incluso los ríos reproducen estructuras que se ramifican y confluyen para canalizar el agua. La estructura arbórea es la arquitectura orgánica, es por donde fluye la vida y lo que posibilita la conexión.

Es importante entender que lo orgánico se desarrolla en ciclos en espiral y nunca en círculos cerrados, es decir, los procesos vitales son recorridos que nunca acaban, (ni con la muerte) porque constantemente se está produciendo la transformación; de este concepto se derivan dos ideas que aparecen en la naturaleza (y desde luego en los seres humanos) y se reflejan en la obra aquí expuesta: en primer lugar saber que la información es holográfica o fractal, es decir, todo se repite; y en segundo término, el ciclo orgánico nos muestra la individualidad, que es lo mismo que decir que nada se repite. ¿Todo se repite y nada se repite? Es aparentemente una contradicción que colapsa nuestro pensamiento, imposible de resolver y, sin embargo, estamos inmersos en ella, la vivimos a diario, la paradoja creada por la intersección de infinidad de ciclos en procesos cambiantes es la base de la vida. A la memoria que respeta, estudia y potencia cualquier forma de vida le llamamos conocimiento, un conocimiento que se extiende y amplifica cuando explora todo su imaginario potencial. La representación de lo imaginado no es otra cosa más que el propio arte, la metáfora del ciclo vital que alberga lo contradictorio, lo complejo e impredecible. Y en medio de ese laberinto, el arte surge como formas que tratan de explicar y dar sentido, de expresar la paradoja, de crear belleza a partir del caos.

En el sentido en que Marta aborda sus creaciones, el arte es un acto de resistencia, una forma de rebelión contra la falsa impermanencia, contra la idea única de perfección y las relaciones lógicas entre causa/efecto. Nos invita a conectar con el entorno inagotable y misterioso desafiando nuestros prejuicios sobre la vida y la existencia.

Enlaces

www.martasanchezmarco.com

Ig. @martasanchezmarco

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